Civismo

La megafonía del metro, dice con frecuencia algo como que viajar en metro es un acto de civismo. Aunque nunca he estado de acuerdo en que se denomine viaje a ese tipo de desplazamiento, estoy totalmente de acuerdo en lo del civismo.

Vivimos en una sociedad que se rige por ciertas normas básicas de convivencia. Sin embargo, muchas veces se incumplen sistemáticamente, quiero creer que por desconocimiento, aunque no estoy seguro de ello.

Desde aquí mi granito de arena para paliar ese desconocimiento, recopilado en base a comportamientos que he sufrido en las últimas semanas.

En las puertas de acceso
Las puertas de acceso que ejercen simultáneamente de entrada y salida, ya sea la de nuestro portal, la de la oficina, los ascensores, o los trenes, tienen una norma básica, que muchas veces se encuentra escrita: Dejar salir antes de entrar.

Con frecuencia veo personas mayores que omiten esta normal, y entran corriendo al vagón, como si fueran una mezcla de jugador de rugby, y atleta en sprint, quizás debido al punto siguiente. No hay dudas, esta regla, se aplica a todos sin excepción. Entrar, después de haber dejado salir.

En el transporte público
En el transporte público (autobús, metro, tren, …), debemos ceder los asientos a personas que los necesiten más que nosotros. Gente mayor, mujeres embarazadas, inválidos, … Me ocurre con las embarazadas, que a veces no estoy seguro de si es un estado de buena esperanza, o una tripita de la felicidad, así que por no meter la pata, a veces no lo hago. Pero la norma, indica ceder, bien sea motu proprio, o porque así se nos solicite. Con toda la educación, está bien que te insten a ceder el asiento.

En la calle
En las aceras, deberíamos caminar por nuestra derecha, dejando la izquierda para aquellos que vayan más rápido que nosotros, o lo que vengan en sentido contrario, bien por haberse saltado la norma, bien porque solamente hay una acera o camino.

En las escaleras
Da igual que sean de subida, bajada, o automáticas. Se aplica la norma anterior. Iremos por nuestra derecha, dejando la parte izquierda para los que van más rápido, o en dirección contraria.

Es bastante notorio en las automáticas, donde debemos dejar la parte izquierda libre para los que desean ir más rápido sin que les entorpecemos.

En los ascensores
Naturalmente un ascensor, es una puerta de acceso, así que se aplican las directrices que hemos visto ya. Pero tienen además algunas particularidades. Si en el interior hay un botón para cerrar las puertas, sólo deberemos hacer uso de él, tras asegurarnos que no hay nadie esperando. Mi recomendación es que en las plantas bajas no se use, y se haga sólo cuando estamos en otra planta. Así evitaremos la cara de tonto que se nos pone cuando vemos que alguien cierra las puertas en nuestra narices.

En aquellos que el botón de llamada es doble, parece que hay mucha gente que no sabe cómo funciona. La flecha de arriba quiere decir que vamos a subir, y la de abajo justo lo contrario. Si apretamos ambos, haremos que se detengan en nuestro piso ascensores que no nos sirven. Haciendo que sus ocupantes pierdan el tiempo.

En los lavabos
Dejar todo igual que estaba cuando entraste, o mejor aún, como te hubiera gustado encontrarlo.

2 comentarios en “Civismo”

  1. Espinoso tema tratas hoy, porque hablar del civismo en España es como mentar a la soga en casa del ahorcado. Resumiendo mi opinión: no tiene solución. El español es salvaje por naturaleza, incivico de vocación y le importa un comino si está molestando a otro con tal de hacer algo que le suponga una comodidad.

    No sé si tienes niños pero una tarde de parque infantil te da, como mínimo, medio centenar de conductas incivicas y/o inapropiadas. Y ese es el ejemplo que se llevan los infantes de las tropelías que cometen sus mayores.

    Y no le reproches nada a nadie, que acabas a guantazo limpio en la calle con cada hotentote que hace por sistema lo que se le pasa por el forro de sus caprichos… 🙁

  2. Javier Gutiérrez Chamorro (Guti)

    Estoy de acuerdo con tu punto de vista [b]zx81[/b], en España somos así. Pero no es justo que nos comportemos de esa manera, y luego seamos los primeros en quejarnos cuando los demás lo hacen.

    O somos libertinos, y entonces permitimos que todos hagan lo que quieran, para que se nos permita hacerlo a nosotros también, o entonces asumimos unas reglas de civismo social, que debemos cumplir a rajatabla, y exigir a los demás que también lo hagan.

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