NOVIEMBRE

8 de noviembre

BEATA ISABEL DE LA TRINIDAD, VIRGEN

OCarm: Memoria libre - OCD: Memoria obligatoria

 

Hoy recuerda el Carmelo a la beata Isabel de la Trinidad, figura destacada de la espiritualidad contemporánea. Con su ejemplo y con su doctrina ejerce un influjo creciente, debido, sobre todo, a su experiencia Trinitaria y a sus escritos, densos en doctrina y eco de su comunión con las Tres Divinas Personas. Humilde y pura, de inteligencia despierta para percibir las bellezas de la naturaleza y de la gracia, aprendió en las escuelas de san Pablo, de santa Teresa y de san Juan de la Cruz la lección del amor a la Trinidad, de la que quiso ser «alabanza de gloria». Nacida cerca de Bourges (Francia) el año 1880, ingresó en el monasterio carmelitano de Dijón, donde murió el 9 de noviembre de 1906, a los 26 años.

Del Común de vírgenes o de santas mujeres: para los religiosos.

Oficio de lectura

Segunda lectura

Elevación a la Santísima de la Trinidad de la beata Isabel de la Trinidad, virgen
(Oeuvres complètes, I, Paris 1980, p. 200)

Trinidad a quien adoro

 ¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme por completo para establecerme en ti, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, ¡oh mi Inmutable!, sino que cada minuto me haga penetrar más en la profundidad de tu misterio.

Pacifica mi alma, haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que no te deje allí jamás solo, sino que esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total, entregada por completo a tu acción creadora.

¡Oh, mi Cristo amado, crucificado por amor!, quisiera ser una esposa para tu Corazón; quisiera cubrirte de gloria, amarte... hasta morir de amor. Pero siento mi impotencia y te pido te dignes «revestirme de ti mismo», identifica mi alma con todos los movimientos de la tuya, sumérgeme, invádeme, sustitúyeme para que mi vida no sea más que una irradiación de tu vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador y como Salvador.

¡Oh, Verbo eterno, Palabra de mi Dios!, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme dócil a tus enseñanzas para aprenderlo todo de ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero mirarte siempre y permanecer bajo tu gran luz. ¡Oh, Astro amado!, fascíname para que no pueda ya salir de tu irradiación.

¡Oh, Fuego consumidor, Espíritu de Amor!, «desciende a mí» para que se realice en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para él una humanidad complementaria en la que renueve todo su misterio.

Y tú, ¡oh Padre eterno!, inclínate hacia tu pobre criatura, «cúbrela con tu sombra» y no veas en ella más que al Amado en quien tú has puesto todas tus complacencias.

 
Responsorio  (1Cor 3, 16; 6, 20; Ef l, 12)

R/. Sois templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. * Glorificad a Dios con vuestro cuerpo.
V/. Para alabanza de su gloria. * Glorificad.

 

Oración

Oh Dios, rico en misericordia, que descubriste a la beata Isabel de la Trinidad el misterio de tu presencia secreta en el alma del justo e hiciste de ella una adoradora en espíritu y verdad; concédenos, por su intercesión, que también nosotros, permaneciendo en el amor de Cristo, merezcamos ser transformados en templos del Espíritu de Amor, para alabanza de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
 
 


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