SEPTIEMBRE

17 de septiembre

SAN ALBERTO DE JERUSALÉN,

OBISPO Y LEGISLADOR DE NUESTRA ORDEN

OCarm - OCD: Fiesta


Recordamos hoy los carmelitas a san Alberto de Jerusalén. No fue carmelita, sino el patriarca de Jerusalén que dio la Regla a los primitivos carmelitas del monte Carmelo. Había nacido en Guastalla (Italia) hacia la mitad del siglo XII. Realizó misiones de paz entre príncipes y ciudades italianas y fue nombrado patriarca de Jerusalén en el tiempo de las Cruzadas. Pero, al estar la ciudad santa ocupada por los sarracenos, tuvo que residir en San Juan de Acre, cerca del monte Carmelo. En esta ciudad, hoy llamada Accon, fue asesinado, mientras tomaba parte en una procesión, por el Maestre del Hospital del Espíritu Santo, al cual había reprendido y depuesto por su escandalosa vida.
 

Invitatorio

Ant. Venid, adoremos al Señor, Legislador supremo.

El salmo invitatorio como en el Ordinario, en el Apéndice I, p.

Oficio de lectura

Himno

I

Desde que mi voluntad
está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida
de la mejor libertad.

Venid, Señor, y tomad
las riendas de mi albedrío,
de vuestra mano me fío
y a vuestra mano me entrego,
que es poco lo que me niego
si yo soy vuestro y vos mío.

A fuerza de amor humano
me abraso en amor divino.

La santidad es camino
que va de mí hacia mi hermano.

Me di sin tender la mano
para cobrar el favor;
me di en salud y en dolor
a todos, y de tal suerte
que me he encontrado en la muerte
sin nada más que el amor. Amén.
 

II

Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo el buen Pastor que al mundo vino;
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama
su amor es el del Padre, que le ha dado
el Espíritu de Dios que a todos ama.

Pastores del Señor son los ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de su verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.
 

Ant. 1. El gozo del justo es la ley del Señor, y en ella medita día y noche.
 

Salmo 20, 2-8. 14

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!

Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.

Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.

Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia.

Porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
 

Ant. El gozo del justo es la ley del Señor, y en ella medita día y noche.

Ant. 2. Tened siempre en los labios la ley del Señor como una señal en la mano y como un aviso delante de vuestros ojos.
 

Salmo 91

I

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
 

Ant. Tened siempre en los labios la ley del Señor como una señal en la mano y como un aviso delante de vuestros ojos.

Ant. 3. El que medita la ley del Señor da fruto en su sazón.
 

II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
y de los malvados que se levantan contra mí,
mis oídos escucharán desventuras.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
 

Ant. 3. El que medita la ley del Señor da fruto en su sazón.

V/. Recibe de su boca la enseñanza.
R/. Pon sus palabras en tu corazón.
 

Primera lectura

De la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (6, 5-8. 10-18. 23-24)

Poneos las armas que Dios os da

 Esclavos, obedeced a vuestros amos de la tierra con respeto y amor, con la sencillez de vuestro corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar bien ante los hombres, sino como esclavos de Cristo que hacen, de corazón, lo que Dios quiere, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre, se lo pagará el Señor.

Por lo demás, buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder.

Poneos las armas de Dios, para poder afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire.

Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneos firme, después de haber superado todas las pruebas.

Estad firmes: ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el evangelio de la paz. Embrazad el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno. Poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos.

A los hermanos, paz, amor y fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia para todos los que aman al Señor Jesucristo con amor incorruptible.
 

Responsorio (Ef 4, 1; cf. 2Cor 10, 5; cf. Sal 1, 2; cf. 1Pe 4, 7c)

R/. Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. * Viviendo en obsequio de Jesucristo.
V/. Meditad día y noche la ley del Señor y velad en oración. * Viviendo.

 
Segunda lectura

De la Regla dada por san Alberto de Jerusalén, obispo, a los hermanos del monte Carmelo
(Archivo Vaticano, Reg. Vat. 21, ff. 466r)

Exhortaciones sobre la vida espiritual

Puesto que la vida del hombre en este mundo es tiempo de prueba, y todo el que se propone vivir como buen cristiano sufre persecución; y vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar, procurad con toda solicitud poneros las armas que Dios os da para poder resistir a las estratagemas del diablo.

Abrochaos el ceñidor de la castidad. Protegeos con el peto de piadosas consideraciones, pues escrito está: El pensamiento santo te guardará. Por coraza vestíos la justicia, a fin de amar al Señor, vuestro Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y al prójimo como a vosotros mismos.

Tened siempre embrazado el escudo de la fe, que os permitirá apagar las flechas incendiarias del Malo, pues sin fe es imposible agradar a Dios. Tomad por casco la salvación, confiando en el único Salvador que libera a su pueblo de los pecados.

Que la espada del Espíritu, toda palabra de Dios, os pueble colmadamente los labios y el corazón. Y cuanto hagáis, realizadlo por la palabra del Señor.

Empleaos en algún trabajo, para que el diablo os halle siempre ocupados, no sea que por culpa de la ociosidad descubra el Maligno brecha por donde penetrar en vuestras almas. Tenéis a propósito la enseñanza, así como el ejemplo del apóstol san Pablo, por el que hablaba Cristo y al que Dios nombró pregonero y maestro para predicar a los paganos la fe y la verdad. Si lo seguís, imposible equivocaros. Escribe él: No vivimos entre vosotros sin trabajar, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: «El que no trabaja, que no coma». Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues a ésos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan. Este es un buen camino de santidad: ¡a recorrerlo!

Valora el Apóstol el silencio por el hecho de imponerlo en el trabajo. Y como afirma el Profeta: Obra de la justicia es el silencio. Y en otro lugar: Vuestra fuerza estriba en callar y confiar. Por tanto, ordenamos que guardéis silencio desde la terminación de completas hasta después del rezo de prima del día siguiente. Fuera de este tiempo, aunque la práctica del silencio no sea tan estricta, evitad cuidadosamente la charlatanería, pues como enseña la Escritura y lo abona la experiencia: En el mucho hablar no faltará pecado. Y: Quien suelta los labios, marcha a la ruina. Y también: El locuaz se hace odioso. El Señor, a su vez, advierte en el Evangelio: De toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio. Por consiguiente, que cada uno haga balanza y pesas para sus palabras, y puerta y cerrojo para su boca –no sea que resbale a causa de la lengua y caiga, y su caída resulte mortal sin remedio–, vigilando su proceder, conforme al aviso del Profeta, a fin de que no se le vaya la lengua. Que cada cual se afane con todos sus cinco sentidos por guardar el silencio, obra de la justicia.
 

Responsorio (Cf. 1Jn 4, 19; 5, 3; 2, 5)

R/. Amemos a Dios, porque él nos amó primero. En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. * Y sus mandamientos no son pesados.
V/. Quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. * Y sus mandamientos.

Himno Te Deum, en el Apéndice I, p.

La oración, como en Laudes
 

Laudes

Himno

Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
le armó guerrero y le nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.

Tú que coronas sus merecimientos
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
 

Ant. 1. Enséñanos, Señor, a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.

Los salmos y el cántico se hallan en el Apéndice II, p.

Ant 2. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; cantad a Dios, dadle gracias de corazón.

Ant. 3. Este camino es bueno y santo; andad por él.
 

Lectura breve (Dt 6, 4-7)

Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
 

Responsorio breve

R/. Estos dos mandamientos, * Sostienen la ley entera y los profetas. Estos dos.
V/. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma. * Sostienen la ley. Gloria al Padre. Estos dos.

Benedictus, ant. Oh varón acreditado y providente, que guardando la ley del Señor en lo profundo del corazón, nos has descubierto los ricos tesoros de la sabiduría.
 

Preces

Alabemos a Cristo, pastor y guardián de nuestras vidas, que ama a su pueblo y supliquémosle confiadamente diciendo:

Protege a tu pueblo, Señor.

Recibe, Señor, nuestros anhelos y proyectos,
- como primicias de este nuevo día.

Danos, Señor, vivir de tal suerte el espíritu de nuestra Regla,
- que seamos signos proféticos de tu amor a los hombres.

Concédenos amarte y condúcenos a la plena transformación en ti,
- para obrar el bien y convertirnos en alabanza de tu gloria.

Concede a tus siervos guardar fielmente tus mandamientos,
- y amarlos de todo corazón.

Guíanos por el camino que lleva a la cima del Carmelo,
- para que te sirvamos con corazón puro.

Padre nuestro.

 

Oración

Oh Dios, que, por medio de san Alberto, diste al Carmelo una Regla de vida evangélica para alcanzar la perfección de la caridad; concédenos, por su intercesión, vivir siempre en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente hasta la muerte. Que vive y reina contigo.

 


Hora intermedia

Tercia

Lectura breve (Lv 20, 7-8)

Santificaos y sed santos; porque yo soy el Señor, vuestro Dios. Guardad mis leyes y cumplidlas. Yo soy el Señor, el que os santifica.

V/. Cuanto debéis hacer.
R/. Realizadlo por la palabra del Señor.
 

Sexta

Lectura breve (2Tim 3, 12. 14-15)

Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos. Tú, en cambio, permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Letras: ellas pueden darte lo que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

V/. Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas.
R/. Y vive con fe y amor cristiano.
 

Nona

Lectura breve (Flp 4, 8-9)

Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta. Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.

V/. Dichosos los que trabajan por la paz.
R/. Porque ellos se llamarán «los hijos de Dios».

 


Vísperas

Himno

Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.

Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro cristo.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.
 

Salmodia

Ant. 1. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.
 

Salmo 14

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.

El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.
 

Ant. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti.

Ant. 2. Hijo, guarda mis mandatos y vivirás, sea mi ley como la niña de tus ojos.
 

Salmo 111

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.

Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.

En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.

El recuerdo del justo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.

Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.

La ambición del malvado fracasará.
 

Ant. Hijo, guarda mis mandatos y vivirás, sea mi ley como la niña de tus ojos.

Ant. 3. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
 

Cántico (Ap 15, 3-4)

Grandes y admirables son tus obras,
Señor, Dios omnipotente;
justos y verdaderos tus caminos,
rey de los pueblos.

¿Quién no temerá
y no dará gloria a tu nombre?

Porque vendrán todas las naciones
y se postrarán ante ti,
porque tú solo eres santo
y tus justas sentencias han quedado manifiestas.
 

Ant. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
 

Lectura breve (Sant 1, 22-25)

Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos. Porque quien oye la palabra y no la pone en práctica, ese se parece al hombre que se miraba la cara en un espejo y, apenas se miraba, daba media vuelta y se olvidaba de cómo era. Pero el que se concentra en una ley perfecta, la de la libertad, y permaneces en ella, no como oyente olvidadizo, sino poniéndola en práctica, ese será dichoso al practicarla.
 

Responsorio breve

R/. Oh Dios, inclina mi corazón. *A tus preceptos. Oh Dios, inclina.
V/. Dame vida con tu palabra * A tus preceptos. Gloria al Padre. Oh Dios, inclina.

Magníficat, ant. El varón de Dios, que conserva el designio laudable de bondad y la pureza de una fe inconmovible, es puesto al servicio de muchos.
 

Preces

Glorifiquemos a Cristo, nuestra paz, de quien Alberto fue embajador, y pidámosle diciendo:

Acuérdate, Señor, de esta tu familia.

Señor Jesucristo, en cuyo obsequio hemos abrazado la vida consagrada,
- concédenos servirte fielmente con corazón puro y conciencia recta.

Tú, que nos has dado superiores que nos anuncien tu palabra,
- haz que escuchemos y pongamos por obra su mensaje.

Tú, que nos has llamado a vivir meditando día y noche tu ley,
- haz que tu palabra habite entre nosotros en toda su riqueza.

Tú, que nos recomiendas el silencio sonoro de tu voz,
- llévanos al convencimiento de que nuestra fortaleza estriba en callar y esperar.

Tú, que has llamado prueba a la vida del hombre en este mundo,
- alienta a los cobardes, levanta a los caídos, colma a todos de tu espíritu.

Tú, que abriste a los creyentes el reino del cielo,
- acoge en tu gloria a todos los difuntos de la familia carmelitana.

Padre nuestro.

 

Oración

Oh Dios, que, por medio de san Alberto, diste al Carmelo una Regla de vida evangélica para alcanzar la perfección de la caridad; concédenos, por su intercesión, vivir siempre en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente hasta la muerte. Que vive y reina contigo.
 
 


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