AGOSTO

18 de agosto (o 26 de agosto)

BEATOS JUAN BAUTISTA DUVERNEIL, MIGUEL LUIS BRULARD Y SANTIAGO GAGNOT, PRESBÍTEROS Y MÁRTIRES

OCD: Memoria libre

 
Juan Bautista Duverneil, Miguel Luis Brulard y Santiago Gagnot, los tres, por diversos caminos, siguieron la llamada al Carmelo Descalzo. Su vida fue una generosa preparación para afrontar su futuro martirio. Por su fidelidad a Dios, a la Iglesia y al papa, fueron objeto de hostigamiento, condena y prisión. Hacinados con otros muchos compañeros en un barco negrero, sufrieron toda clase de penalidades, privaciones e injurias. En esa situación ejercitaron con los demás prisioneros los actos más delicados de caridad. Agotados por los sufrimientos físicos y morales, consumaron su martirio.

Santiago Retouret, O. Carm. (1746-1794) fue recluido en la bahía de Rochefort  (Francia) con otros sacerdotes durante la Revolución francesa. A pesar de una vida religiosa ejemplar y de su entrega y celo apostólico, fue considerado como enemigo del pueblo. Sufrió todo tipo de crueldades y ultrajes. Conservó la tranquilidad del alma y llevó la cruz con entereza sin dejarse abatir por la adversidad. Murió de peste el 26 de agosto de 1794 y fue sepultado en la isla de Madame
 

Del Común de mártires.

Oficio de lectura

Segunda lectura

Propósitos presentados por los sacerdotes prisioneros de la nave «Les Deux Associés; de la Positio super martyrium et fama martyrii, pp. 148-150»

Llevaron en silencio la cruz que les fue impuesta

 No sucumbirán ante inquietudes inútiles por su liberación; sino que se esforzarán por sacar el mejor provecho del tiempo de la detención, meditando en el pasado, y haciendo santas resoluciones para el porvenir, de manera que puedan encontrar en la prisión de sus cuerpos, la libertad de sus almas.

Si Dios permite que obtengan una vez más, parcial o totalmente, la libertad a la que aspira la naturaleza humana, entonces evitaran, al momento de saber la noticia, de expresar un gozo exagerado. Conservando la tranquilidad del alma, demostrarán haber soportado sin protestar la cruz que les ha sido impuesta, y de estar dispuestos a soportarla aún más por largo tiempo, con valor y como verdaderos cristianos que no se dejan abatir por la adversidad.

Si se les presentara la oportunidad de poder recobrar sus efectos personales, no mostrarán ninguna avidez en recuperarlos; sino que responderán con modestia y con toda la verdad a todo aquello que se les pueda preguntar; recibirán, sin lamentarse, aquello que se les dé; habituados como están, a despreciar los bienes de la tierra y a contentarse con poco, siguiendo el ejemplo de los apóstoles.

No darán ninguna satisfacción a los curiosos que se puedan encontrar en el camino; y no responderán en ningún modo a las preguntas vanas que se les puedan hacer acerca del pasado; sino que dejarán entender que han soportado los sufrimientos con paciencia, sin hablar de ellos minuciosamente o sin mostrar resentimiento alguno contra aquellos que han sido los autores o instrumentos de sus desdichas.

Se impondrán el más severo y absoluto silencio acerca de los defectos de sus hermanos y de las debilidades, a las cuales su deplorable situación, la mala salud o el prolongado periodo en la prisión los haya podido conducir; mantendrán la caridad frente a todos aquellos que tengan una opinión diferente a la de ellos; evitarán todo tipo de sentimiento de amargura y animosidad, contentándose con sentirles piedad en su interior, y esforzándose por conducirlos por el camino de la verdad a través de su dulzura y moderación.

No mostrarán ningún disgusto por la pérdida de sus bienes, ningún ansia en recuperarlos, ningún resentimiento contra aquellos que los poseen.

De ese momento en adelante no serán más que un solo corazón y una sola alma, sin excepción de personas, y sin mostrar apego por ninguno de los hermanos, cualquiera que fuese el motivo. No se interesarán en ningún modo por las cosas de la política, sino en el gozo de rezar por el bienestar de su patria y de prepararse a sí mismos para una nueva vida, si Dios les permite el regresar a sus casas, y así convertirse en ejemplo de edificación y modelos de virtud para la gente, a través del desprendimiento del mundo, la aplicación a la oración y el amor al recogimiento y la piedad.
 

Responsorio (S. Cipriano, carta 58)

R/. Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. * Qué dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.
V/. Revistámonos de fuerza y preparémonos para la lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una total entrega. * Qué dignidad.
 

1Cor 4,11b.12b.13b

R/. Pasamos hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio. * Nos insultan y les deseamos bendiciones; nos persiguen y aguantamos.
V/. Nos tratan como a la basura del mundo, el deshecho de la humanidad. * Nos insultan, y les deseamos bendiciones.
 

Oración

Que la oración de tus mártires Juan Bautista, Santiago, Miguel Luís y Santiago nos valga, Señor, en tu presencia y nos dé la fortaleza necesaria para confesar con firmeza tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo (es la del común).

O bien

Señor, Dios nuestro, que otorgaste a tus mártires Juan Bautista, Santiago, Miguel Luís y Santiago, la gracia de la fidelidad y el perdón, en medio de los tormentos; concédenos, por su intercesión, permanecer siempre fieles a tu Iglesia y dispuestos a la reconciliación con nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo.

 
 
 


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