19 de noviembre
SAN RAFAEL KALINOWSKI, PRESBÍTERO
OCarm: Memoria libre - OCD: Memoria obligatoria
Celebra hoy el Carmelo al santo carmelita polaco Rafael Kalinowski.
Había nacido en Vilna el año 1835 y seguido la carrera militar
en el ejército ruso. Pero a causa de su participación en
el movimiento de liberación de Polonia fue condenado a muerte, aunque
se le condonó por diez años de trabajos forzados en Siberia.
Vuelto del destierro, se hace carmelita descalzo en Austria y trabaja por
extender la Orden en su patria Polonia. Singularmente devoto de la Santísima
Virgen, gozaba pensando en la gracia de haber entrado en una Orden consagrada
a María. Se distinguió por su vida austera y por su dedicación
a la dirección de almas. Muchas personas acudían a él
desde lejos pidiendo su dirección y consejo. Murió en Wadovice
el 15 de noviembre de 1907.
Del Común de pastores o de santos varones: para los religiosos.
Oficio de lectura
Segunda lectura
De las Exhortaciones de san Rafael, presbítero
(C. Gil, Ojciec Rafael Kalinowski, pp. 109-110)
Sed santos
Nada se recomienda tan encarecidamente en la Sagrada Escritura como la vida perfecta y santa y el cabal y esmerado cumplimiento de los deberes propios de cada uno. Dios, nuestro Señor, en el Antiguo Testamento, mandó pedagógicamente a su pueblo: Sed santos, porque yo soy santo.
Nuestro Señor Jesucristo, que nos fue dado por el Padre eterno como formador, maestro y guía, ratificó de manera categórica esa consigna del Antiguo Testamento, cuando nos propuso la imitación de la santidad misma del Padre: Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
Ahora bien, ¿qué se requiere para llegar uno a ser santo y perfecto? A esto responden los doctores de la Iglesia, guías de almas y maestros del espíritu: «Si quieres hacerte perfecto y santo, cumple tus deberes con fidelidad». Cierto día, un padre del antiguo yermo a un joven que le preguntaba por los libros de obligada lectura para el camino de la santidad, le contestó: «Por lo que a mí respecta, solo conozco dos libros: el Evangelio, que leo por la mañana, y la Regla, que leo por la tarde. El primero me enseña el modo de proceder para convertirme en discípulo de nuestro Señor Jesucristo; el segundo, el comportamiento para ser buen religioso. Esto me basta».
Apliquémonos, pues, a la lectura de las leyes de Dios, con el fin de ajustar a ellas nuestra conducta. Cuando camines, te guiarán; cuando descanses, te guardarán; cuando despiertes, te hablarán. A todo lo largo de nuestro recorrido, esas leyes nos acompañarán orientando nuestros pasos. Que ellas estén a nuestro lado durante el sueño, y nos ocupen la mente al despertar. Así su voz, reconfortante, resonará invitando a levantarnos. Con ellas triunfaremos de nuestras indecisiones y nos sacudiremos las resistencias y la morosidad de la naturaleza siempre enemiga del esfuerzo, opuesta al sacrificio y esclava del regalo.
La «ley de vida» nos ayudará a superar el miedo frente
a los peligros y a seguir el camino de la obediencia con alegre disponibilidad.
Que esa ley nos asista siempre con su consejo, para que podamos dar a Dios
una respuesta leal con magnanimidad y decisión.
Responsorio (Cf. 1Pe 1, 13. 15; Lv 11, 44)
R/. Estad interiormente preparados para
la acción; el que os llamó es santo; *
Como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta.
V/. Yo soy el Señor,
vuestro Dios; santificaos y sed santos porque yo soy santo. *
Como él.
Oración
Oh Dios, que concediste a san Rafael, presbítero, espíritu
de fortaleza en las adversidades y extraordinario celo de caridad para
promover la unidad de la Iglesia; concédenos, por su intercesión,
ser fuertes en la fe y amarnos los unos a los otros para colaborar generosamente
en la unión de todos los fieles en Cristo. Que vive y reina contigo.