MAYO

29 de mayo

BEATA ELÍAS DE SAN CLEMENTE, VIRGEN

OCD: Memoria libre

 

La beata Elías de San Clemente nació en Bari el 17 de enero de 1901, de padres profundamente cristianos. Fue bautizada con el nombre de Teodora, don de Dios; tal fue, de nombre y de hecho, en el breve arco de su vida terrena. El 8 de abril de 1920 entró en el Carmelo de San José de Bari. Recibió el hábito religioso el 14 de noviembre del mismo año, El 8 de diciembre de 1924 escribió con su sangre el acto de ofrecimiento total y definitivo al Señor, con el voto de lo “lo más perfecto”. Murió el día de Navidad de 1927.
 

Del Común de vírgenes.

Oficio de lectura

Segunda lectura

De los escritos de la beata Elías de San Clemente, virgen
(Ed. OCD. 2001: pp. 282.295.322)

El deseo de perderse en Dios y el celo apostólico

¡Oh dulce escondimiento!, quiero pasar mis días a tu sombra y consumir así mi existencia, por amor de mi dulce Señor... Algunas veces, pensando en aquellas eternas recompensas, tan desproporcionadas a los triviales sacrificios de esta vida, mi alma queda totalmente sorprendida y, arrebatada de un ardiente anhelo, se lanza hacia Dios, exclamando: «¡Oh mi buen Jesús!, quiero llegar a la meta cueste lo que cueste, al puerto de salvación. No me niegues nada, dame sufrimiento. Que este sea el martirio más íntimo de mi pobre corazón, oculto a toda mirada humana: yo te pido una cruz desnuda. Reclinada en ella, quiero pasar mis días en esta vida».

Cuando se sufre con Jesús, el padecer es gozar; me consumo por sufrir amando, fuera de esto no quiero ya nada.

Amado mío, ¿quién podrá separarme de ti jamás? ¿Quién será capaz de romper estas fuertes cadenas que tienen atado mi corazón al tuyo? ¿Tal vez el abandono de las criaturas? Precisamente es esto lo que une el alma a su Creador... ¿Tal vez las tribulaciones, las penas, las cruces? Son a través de estas espinas cuando el canto del alma que te ama es más libre y más ligero. ¿Tal vez la muerte? Pero esta no será sino el principio de la verdadera felicidad para el alma... nada, nada podrá separar, ni tan siquiera por breves instantes, esta alma de ti. Ella fue creada para ti y está fuera de su centro si no vive abandonada en ti.

Mi vida es amor: este néctar suave me rodea, este amor misericordioso me penetra, me purifica, me renueva y siento que me consume. El grito de mi corazón es: «Amor de mi Dios, mi alma busca solamente a ti. Alma mía, sufre y calla; ama y espera; inmólate y esconde tu inmolación bajo una sonrisa, y siempre adelante... quiero pasar mi vida en un profundo silencio para escuchar en lo íntimo del alma la delicada voz de mi dulce Jesús».

Buscaré almas para lanzarlas al mar del Amor Misericordioso: “almas de pecadores, pero sobre todo almas de sacerdotes y religiosos. Con esta finalidad mi existencia se apagará lentamente, consumándose como el aceite de la lámpara que arde junto al Tabernáculo”. Siento la vastedad de mi alma, su infinita grandeza, que no basta la inmensidad de este mundo a contenerla: ella ve creada para perderse en ti, Dios mío, porque tú solo eres grande, infinito y por tanto tú solo la puedes hacer plenamente feliz.

 
Responsorio (1Cor 7,34; cf. Sal 72,26)

R/. La mujer sin marido y la soltera * Se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santas en cuerpo y alma. (T. P. Aleluya).
V/. Se consume mi corazón por Dios, mi lote perpetuo. * Se preocupan.
 

Laudes

Benedictus, ant. ¡Cuán suave, Señor, es tu amor! Perdida en ti, vivo feliz para siempre. (T. P. Aleluya).

 

Oración

 Oh Dios, que aceptaste complacido la oblación que te hizo de sí misma la beata Elías de San Clemente, virgen; concédenos, por su intercesión, que, alimen­tados con el Pan Eucarístico, cumplamos fielmente tu voluntad. Por nuestro Señor.

 

Vísperas
 
Magníficat, ant. Tu amor, oh Dios, me ha consumido como fuego en la hoguera ardiente de tu Corazón. (T. P. Aleluya).
 
 

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