La última tecnología

Leyendo el artículo ¿Hacia dónde caminamos con esta tecnología? publicado por ZonaCasio, sus menciones me han transportado de inmediato a un proceso de instrospección.

Desde hace más de 30 años que me apasiona la tecnología en general, y la informática en particular, no en vano, llevo cerca de 20 años dedicándome profesionalmente a ella. O sea, que en mi día a día, estoy rodeado de dispositivos de última generación, y involucrado en proyectos con modernas tecnología.

Puedo parafrasear a personalidades mucho más sabias que yo, apuntando que me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida, o que cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Sin embargo, creo que todos somos conscientes de las promesas esperanzadoras que tradicionalmente nos ha ofrecido la tecnología. Muchas de ellas representadas con evocadoras imágenes de personas felices, en entornos tranquilos, relajados y motivadores. Dando lo mejor de si mismos en cuanto a creatividad, y desarrollo de sus capacidades, gracias al ahorro de tareas manuales y repetitivas que el progreso nos ofrece.

Si además, estás de algún modo involucrado en la tecnología propiamente dicha, cada vez serás más escéptico al respecto. Las bibliotecas están llenas de frases que garantizan aumentos de productividad de dos dígitos porcentuales en la nueva tecnología de turno, dejando así más tiempo disponible para lo que de verdad es importante. Por desgracia, todo ello suele ser exagerado en el mejor de los casos, cuando no, decididamente falso.


La última tecnología

Obviamente, si una nueva versión de un hardware o software, te da una mejora del 20% en productividad, y se renuevan cada 2 años, quiere decir que en 10 años, seríamos casi el triple de productivos. Casi 8 veces más en 20 años, y 150 veces más en 50 años. Naturalmente, no es cierto, es lo que llamo la falacia de la productividad. Pues un reloj que sea 10 veces más preciso que otro, no hará que seamos 10 veces más puntuales. Lo cual no quita, que determinadas innovaciones tecnológicas, no hayan traído consigo grandes mejoras en diferentes aspectos. Lo malo, es que hasta que no ha pasado el tiempo, no podremos saber cuáles han servido para cambiar el mundo, y cuales fueron un bluf.

Si pensamos en un móvil GSM, que es una tecnología antigua y probada a día de hoy, somos perfectamente conscientes de su función, ventajas e inconvenientes. Sabemos que es muy útil en caso de emergencia o urgencia. En cambio cuando se lanzaron al mercado, apenas podíamos vislumbrar su utilidad. Un smartphone, es útil, porque nos permite hacer gestiones bancarias mientras vamos en autobús al trabajo, y a la vez es inútil cuando lo usamos para dar a “Me gusta” de tonterías. Así que su balance global, no lo conoceremos hasta que hayan quedado anticuados.

Lo que si suele ser un denominador común, es que cuanto más antigua es una tecnología, más control permite, y más lenta es. Por ejemplo Gopher, te permitía filtrar con mucho más detalle que Google Search la información a la que querías acceder, pese a que era un proceso relativamente complejo, y lento.

De hecho, recuerdo como a principios de los años 90, cuando MTV apenas se conocía en España, y por supuesto sólo estaba disponible en inglés, que hubo un anuncio con el que me sentí muy identificado. Tras un tiempo buscando por la web, lo he rescatado, era de la japonesa Pioneer. Veíamos a un violinista solista de una importante orquesta, ataviado con esmoquin y pajarita, como finalizaba su actuación entre ovaciones de la audiencia Se dirigía hacia su Volkswagen Corrado, equipado con el último grito en car-audio de la marca, y mientras cambiaba su chaqueta por una cazadora de cuero, la atmósfera clásica iba deshaciéndose con los primeros compases de la rockera Driver’s seat de Sniff ‘n’ the Tears. El contraste entre el conservadurismo y clasicismo inicial, y la modernidad y rebeldía posterior, son los que entran en conflicto, para llegarse finalmente a equilibrar en el protagonista.

Y en parte ese es mi caso, porque aunque disfruto de la última ola tecnológica, lo hago, por el simple hecho que me gusta estar actualizado, ver como cambia, y todo lo que viene después. No porque en realidad considere que es mejor, o más útil. Ya que como digo, en todo caso eso llegará cuando se conozca lo suficiente. Por lo tanto, he aprendido a disfrutar de aquello que ya demostró sus cualidades, y volver un poco para atrás, al menos en lo que a mis hobbies se refiere: afeitado clásico, estilográficas. relojes mecánicos, … Abrazar algunas costumbres añejas, y dar un giro al pasado, al menos parcialmente.

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