En la época en que comenzaba el 3D, con unos resultados todavía muy inferiores a los sprites en 2D, recuerdo títulos memorables como Indianapolis 500 (Papyrus, 1989); 4D Sports Driving Stunts (Distinctive Software, 1990); o Test Drive III (Accolade, 1990).
Por aquella época el 3D era más una demostración tecnológica, que garantía de un buen título. De los ejemplos anteriores, sólo Indianápolis 500 tenía una buena jugabilidad y sobre todo un buen rendimiento.
Pero lo que más me impactó fue probablemente el precursor, Hard Drivin' de Atari, que apareciera en 1988 para recreativas, mostrando en aquella época unas posibilidades nunca vistas, y de las que sería necesario avanzar hasta 1992 con el Virtua Racing de Sega para tener obtener un avance similar.
En la época que España seguía sumida en los ordenadores domésticos de 8 bits que montaban típicamente Z-80 a 4 Mhz a lo sumo, Race Drivin' impresionaba con dos procesadores TMS34010 a 50 Mhz para los gráficos, dos M68010 a 8 Mhz para la lógica, y un ADSP2100 a 8 Mhz para el sonido.
Aprovechando el tirón, se realizan conversiones a equipos domésticos, como la de Sinclair ZX Spectrum de 1989 de Binary Design, que incluso en el modelo más alto de la gama, el +3, era incapaz de superar los 10 FPS, estando normalmente en el orden de los 5 FPS, lo que daba una idea de la gran complejidad que tenía.
En 1990, comenzando con el auge de los PC, se porta a la plataforma PC, donde incluso un equipo high-end de la época como el 286 a 12 Mhz, lo hacía solamente jugable. Los que teníamos hardware más común y modesto como los 8086 a 8 Mhz, veíamos rendimientos similares a los del Spectrum, mientras el procesador sufría intentando realizar los cálculos 3D que requería la tarjeta gráfica MCGA de 320×200 a 256 colores.
Me acuerdo perfectamente del Hard Drivin' y lo fascinado que me dejó: encontré la máquina en un bar durante una excursión del instituto y me gasté más de dos mil pesetas de una tacada (cada partida a cien, dada la complejidad de la recreativa, con su asiento, volante, pedalera completa y cambio de cuatro marchas… incluso llave de contacto).
Jugarlo en el MAME no es lo mismo, claro, pero uno se las arregla de algún modo para contra-volantear con las teclas. Lo peor, "calibrar" la máquina en el chequeo inicial.
No sé si te pisaré la idea para una entrada futura, pero su secuela Race Drivin' era aún mejor: al clásico circuito de HD añadía uno corto para practicar el derrapaje (incluía la original idea de competir contra uno mismo en la vuelta anterior) y el legendario circuito montañoso muy difícil de completar (sobre todo con la subida y bajada, casi verticales, a la gigantesca torre antes del túnel).
Hard Drivin' era tan difícil que la recreativa no llegó a engancharme. Aunque era tan espectacular, que me divertía tanto jugar como ver como jugaban. El hardware de HD era impresionante en aquella época, y ya que lo mencionas, el del posterior Race Drivin' todavía más. Calculo que llevaría unos 5-6 años de ventaja sobre la tecnología doméstica que teníamos en casa.