Nos encontramos es un mundo que ya es casi completamente digital, algo que sorprendería incluso a Claude Shannon. Y si antaño, la acumulación de conocimiento se conseguía gracias a la palabra, ahora lo hace gracias a la tecnología.
Suena bien, pero vamos a necesitar cambiar mucho. Nada que ver con las imágenes de un futuro de paz, ocio, salud y felicidad que se promulgaban en los años 1940, 1950 y 1960. La causa de ello, es muy simple, nuestro poder adquisitivo, no va en consonancia con el de los avances tecnológicos. Tengo entendido, que ha quedado más o menos corroborada aquel pronóstico de los años 50, donde se preveía, que en el año 2000, sería suficiente con una jornada laboral de 2 horas diarias. La demostración ocurrió sobre la base de que efectivamente esas horas de trabajo, permitirían que mantuviéramos el nivel de vida medio que se disfrutaba en los años 50. O sea, que ya podemos olvidarnos de un coche por persona, viajes en avión, vacaciones en otros países viajando por doquier, teléfonos inteligentes, y un largo etcétera.
A efectos prácticos, al final tenemos que trabajar lo mismo que antaño, y así podernos permitirnos este tipo de caprichos, que ahora entendemos son de primera necesidad. En realidad, es gracias a la tecnología, que podemos disfrutar de smartphones que son asequibles para casi cualquier persona del primer mundo. La tecnología ha permitido abaratar sus costes de fabricación, y que así todos podamos utilizarlos.
En 1990, recuerdo haber visto en tiendas de software, que estaba a la venta Lotus 1-2-3 por 99.000 pesetas, o lo que sería lo mismo: 600 euros. Para que os hagáis una idea, con el aumento del IPC en estos 26 años, equivaldrían a 1.200€. Imaginaros pagar 1.200€ por una hoja de cálculo, cuando hoy en día podemos adquirir el paquete completo de Office 2016 para Hogar y Estudiantes por 149€. Casi 10 veces más barato.
Esta reducción de precio se debe a muchos motivos. Uno de ellos sería el aumento de la productividad que hemos conseguido. Nuevamente gracias a tecnología, pero también a metodología y conocimientos y experiencia. Por supuesto Excel, es mucho más complejo de lo que era 1-2-3, no serían comparables. No obstante este hecho queda equilibrado con la economía de escala, se venden muchos más Excel que 123 en la época. Sin embargo, en IT, estamos bastante acostumbrados a estos reciclajes continuos, y nuevos paradigmas. Hace un lustro, se hablaba del nacimiento del Cloud, hace una década de la virtualización. El primero, va perdiendo empuje en favor de Big Data, mientras que el segundo, está en pleno retroceso.
Fuera de la informática, tenemos a la vuelta de la esquina ciudades inteligentes, coches autónomos, internet de las cosas, y aunque en España nos lo pongan difícil, energía solar que por fin resulta competitiva. Por supuesto los drones, y el prototipado rápido en 3D. No hay que olvidar todo lo que la tecnología ha ayudado a nuestra salud, y a paliar las discapacidades. Algo que en el punto álgido, nos llevará al transhumanismo.
Hasta aquí, gran parte de lo bueno de la tecnología, que indudablemente ha mejorado nuestras vidas. Veamos a continuación lo que no es tan bueno.
Decimos que la tecnología ha incrementado nuestra productividad, lo que debería haber aumentado nuestro poder adquisitivo. Sin embargo, no ha sido un aumento proporcional. Productividad y salario, iban más o menos parejos, pero eso dejó de ser así en la década de 1970. Entonces, si producimos más, ¿a dónde va ese beneficio? Pues por un lado va a amortizar la tecnología adicional que necesitamos para nuestro trabajo diario. Pero otra parte, va a engrosar las arcas de los ricos. Sin lugar a dudas, la proporción de ricos que cada vez tienen más, parece un hecho imparable. El siguiente gráfico lo ilustra muy bien:
Por tanto, muchos de estos avances, no nos están repercutiendo económica y socialmente, sino que lo hacen en los bosillos de magnates y grandes lobbys. De momento, todo se va disimulando, con la conquista del low-cost. Tenemos menos poder adquisitivo, pero muchos de los bienes, aunque de peor calidad, son más baratos. En cierta forma, podemos tener lo que queremos, y creer que nuestro poder adquisitivo se mantiene. Sólo que en realidad, esas cosas son malas, o al menos, no tan buenas como antes. Es el pez que se muerde la cola, porque si esas cosas resultan más baratas (como Excel comparado con 1-2-3), es también debido a que sus ingenieros de software, son más baratos. Estos ingenieros de software, tienen entonces menos poder de compra, y recurren al low-cost, digamos que por ejemplo usan LibreOffice Calc, que es gratuito. Entonces, Excel vende menos, y debe reducir aún más lo salarios… Hasta que llega un punto que ese ingeniero de software que desarrolló Excel, ni siquiera pueda adquirir un PC para correr Calc.
Todo ello, si las cosas siguieran como hasta ahora. Pensemos en los robots, y no me refiero a los entrañables humanoides de los albores de la cibernética, sino esos que ya están a pleno rendimiento en la mayoría de factorías. Sus costes, se van reduciendo, tanto es así que la primera liebre que ha saltado es la de Foxconn, el principal contract manufacturer del mundo, de cuyas lineas sale el iPhone de Apple, el Galaxy de Samsung, y la Playstation de Sony, que acaba de anunciar que substituirá 60.000 empleados por robots. Cae el mito de la globalización asiática, cuando el león chino, que devoraba a los obreros del primer mundo, es comido por otro león, la robótica.
Pensemos ahora en una extensión de esto, con recepcionistas de hotel, que son reemplazados también por robots. Hablan y entienden el idioma (no sólo el nuestro, sino virtualmente todos), localizan nuestra llave, acceden a nuestros mensajes, nos hacen el checkin, nos entregan la factura, … Si lo vemos en retrospectiva, es como cuando los ordenadores se incorporaron a las recepciones de los hoteles. Todo se hizo más ágil. Más productivo. Un empleado, podía gestionar entonces el trabajo que hasta entonces hacían dos personas. De nuevo, con lo de Foxconn, o el recepcionista del hotel, los precios del iPhone, se reducirán, igual que las estancias en el hotel. Lo harán solamente en una proporción, pues como hemos visto, el resto del ahorro, irá a parar a las grandes fortunas. Pero será bueno para nosotros, porque lo hará más económico. Eso si, siempre y cuando no fuéramos ese recepcionista de hotel, u obrero de la fábrica que pierden su empleo, y por tanto su sueldo. Entonces es donde cobra vigencia el concepto de renta básica, un sueldo gratuito a modo de subsidio, que podría ofrecerse a aquellos que pierden su empleo. Se baraja la posibilidad que esa renta, la sufraguen los robots como un impuesto especial.
Parece que nos acercamos a esa idea de futuro, donde los robots son los que trabajan, mientras que nosotros, totalmente libres, podemos dedicarnos a cosas más importantes. Pero ¿de verdad será así? Porque hemos pasado por situaciones similares, y cuando la máquina de vapor acabó con muchos empleos, no hubo subsidio para los que se quedaban en la calle. Ni siquiera el recepcionista del hotel del ejemplo de antes, que despidieron cuando le pusieron un ordenador conectado en red a su compañero recibió este tipo de ayuda. Los analistas indican que este cambio será mucho mayor, un informe de Deloitte, estima que el 35% de los empleos serán automatizados y suprimidos por robots en las próximas dos décadas. Si lo ponemos en el contexto de España donde con una tasa de paro del 22,7%, solamente el 77,3% de la población activa tiene empleo, y esos se reducen en un 35%, nos llevará a que la tasa de paro en 2036 sería exactamente del 50%. Probablemente esa renta básica haga que los afectados no pasen hambre, pero fuera de ahí, serán una clase B. Unos marginados, que no tendrán acceso ni a tecnología ni a cultura. En pocas palabras, una lacra.
Se dice también, que si bien la primera fase de la conquista robótica, será la sustitución de los trabajos repetitivos, en una segunda, ésta llegará a los especializados. Para sorpresa de todos, las restricciones técnicas, harán que sea más fácil reemplazar el trabajo de un neurocirujano, que el de una mujer de la limpieza.
Por contra, otros expertos, hablan que los empleos donde la creatividad sea fundamental, no desaparecerán. Aquí es donde nos topamos con el actual Big Data, y la futura inteligencia artificial (IA). Porque, ¿qué entendemos por creatividad?. Veamos su definición: «Es la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos, o de nuevas asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, que habitualmente producen soluciones originales«. Si prestamos a la segunda parte, asociaciones entre ideas y conceptos conocidos, para producir algo nuevo, esa es una de las especialidades de la computación. ¿Aún dudamos que Spotify es capaz de hacernos mejores recomendaciones musicales que un DJ de una emisora de radio? Sabe nuestros gustos, lo que más escuchamos, y tiene una base de datos musical, con cientos de miles o más de canciones. Ningún ser humano es capaz de tener tanta cultura musical. Incluso gran parte del propio desarrollo de software, podrá ser llevado a término en el futuro por el propio software. Un conocido, decía que la informática, se inventó para despedir gente, y que en última instancia, su misión sería acabar con los propios informáticos, y destruirse a si misma… Exagerado tal vez, pero con algo de razón.
Sólo nos queda la capacidad de generar nuevas ideas o conceptos. Ahí es donde un ser humano va a ser irreemplazable, al menos durante 50 o 100 años. Se trata de innovación, de imaginación, y de arte. De una minoría que empuje a la sociedad a mejorar, que con la ayuda de las máquinas, cuide del resto de sus miembros. Bien llevado, resulta prometedor. En caso contrario, bueno, los escenarios de las guerras contra las máquinas podrían estar más cerca de lo que pensamos.
muy buena reflexion, me ha parecido sumamente esclarecedora. Llevas mucha razon en el vaticinio que decian en los años cincuenta, que se iba a poder tener el mismo poder adquisitivo que en los cincuenta trabajando muy pocas horas… Pero con el poder adquisitivo de esos años, algo que suele olvidarse.
Por otra parte es evidente que hay muchos intereses creados en todo esto, donde los mayores beneficiados son los que mas tienen y, por lo tanto, los que mas se esfuerzan en que esto siga asi. Es cierto que siempre ha ocurrido, pero no a la escala actual. Hoy leia en twitter precisamente un comentario sobre que la tecnologia nos ha hecho mas infelices, en lineas generales y a casi todos.
Es verdad que a nivel medico, por ejemplo, a facilitado una mejora de la salud, pero si a los antibioticos, medicamentos de nueva generacion y tratamientos solo tienen acceso unos determinados privilegiados, esos avances en realidad ya no son tantos. Hoy necesitas receta medica para casi todo (antes no), y los especialistas estan cada vez mas lejos de nuestro alcance (yo tengo que esperar un mes por uno porque esta de vacaciones y no hay sustituto, y el mes que viene tiene todas las citas cubiertas… Asi estan las cosas), de manera que para quien menos dinero tenga esta peor que antes, y lo malo es que cada vez va a ser mas dificil llegar a las cotas de calidad de vida que solo unos pocos privilegiados van a poder alcanzar. La clase media se acabara extinguiendo y solo quedaran o muy pobres, o muy ricos.
Perdon por el tocho…
Muchas gracias por tu aporte bianamaran. La verdad es que no parece que haya mucha gente que se haga este tipo de preguntas. Y de los que se las hacen, menos son aún los que les preocupan las posibles respuestas. No se si es por falta de inquietudes o conocimientos filosófico-espirituales o científico-tecnológicos, pero da la impresión que como sociedad simplemente nos dejamos llevar.
Hemos conseguido cosas buenas. Sin ir más lejos, hace solamente 100 años, la esperanza de vida en España era de 43 años. Hoy es justo el doble, 86 años. El problema sanitario que tenemos, se debe más a la gestión pública, y a ser un país que ha ido de más a menos. Lo podemos llamar crisis, o lo podemos llamar recesión. Pero si contamos con menos recursos (dinero), y además, estamos rodeados de pillos que intencionadamente se llevan una parte, o que por incompetencia no la gestionan adecuadamente, pasan casos como el que te afecta.
En cuanto a si somos más infelices, he oído opiniones contradictorias al respecto. Desde que la tecnología nos da mayor felicidad, a que nos da menos como tu apuntas. Por naturaleza es contradictorio, nos permite estar en contacto con gente y cosas, que pese a que estén lejos nos interesan. Cosas que de otro modo, habría sido imposibles, como en mi caso contaba en Frikismos e internet. Por otro lado, eso nos ha envuelto en un mundo de plástico, de cierta mentira, y nos ha causado una alta dependencia, que nos causa estrés e infelicidad.
Empezando por lo material, como el dinero que cuesta un iPad, hasta las cuotas mensuales de telefonía e internet, que no son nada desdeñables. Pero también emocionalmente, estando todo el día pendientes de notificaciones, responder mensajes, leer emails… Conozco gente, que ni siquiera apaga el teléfono móvil por las noches.
Me parece de se ta ha ido un poco la mano, pero como te sigo hace tiempo y sé que eres un tipo inteligente ha de pensar que lo haces a posta, buscando una reacción tan difícil de conseguir hoy en día.
Así y todo entro al trapo y te digo que mencionar el software libre como un catalizador del hundimiento de la sociedad industrial me disgusta.
Despues pasas de una especie de conspiración del capital con los comunistas a las futuras guerras con las máquinas y te pierdes la visión más optimista del asunto, sin embargo la más valiente, que es que quizá un día el ser humano no necesite trabajar y pueda dedicarse a la vida contemplativa que es para lo que está hecho.
Nada más que felicitarte por el Blog que es de los pocos que todavía merece la pena leer. Un abrazo.
Muchas gracias por la fidelidad, y por supuesto el comentario Jorge Fuertes.
Estás en lo cierto en que intento exagerar un poco este tipo de artículos. No es algo malintencionado, sino un modo de hacer que la gente reaccione, se haga preguntas, y obtengas sus propias conclusiones.
Del software libre como causante del hundimiento industrial, no era para nada mi idea. Simplemente pretendía llevar al extremo la idea del low-cost. Y las cosas totalmente libres, y gratuitas, sólo ocurren con el software. Hubiera sido lo mismo, si digo que ese recepcionista de hotel desempleado, o ese desarrollador de Excel del artículo, pasase de comer yogures Danone a yogures Carrefour, y después de eso, acabase comiendo yogures gratis en Cáritas. Lo que intento expresar, es que la reducción de poder adquisitivo, es menos notoria de lo que debería, por el low-cost. Al final, los dos protagonistas, seguirían pudiento tomar yogures. No se si con esto ahora me explico.
Sobre que el ser humano no necesite trabajar algún día, es algo que si lo hacemos bien, estoy convencido que los avances tecnológicos harán posible. Mis dudas son del lado de si realmente seremos capaces de hacerlo bien, porque por más avances que tenemos, seguimos sin poder o querer solucionar el hambre en el mundo. Precisamente por eso, es por donde concluyo acerca de las desigualdades capitalistas.
De momento España no destaca por ser un país con elevadas tasas de desigualdad, pero si es de lo que más está creciendo en ese sentido. Puedes ver la evolución del Coeficiente de Corrado Gini, bastante indicativo de esto, aquí: http://datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI?locations=ES
Tecnología y sueltos, mejor hablemos de otro tema 😀
Ciertamente Manuel. Tema peliagudo.
A este blog/página llegué por medio de ZonaCasio, doy gracias por eso.
Esta entrada creo que es mi favorita (está en mi top porque hay otras muy buenas ,excelentes): es interesante poder leer algo así, es casi como una conversación, una muy agradable.
No hay nada que agregar, ni un comentario. Gracias por tomarte el tiempo de escribir y reflexionar para y con otros. Saludos.
Muchas gracias por tus palabras Jesús, me alegra mucho que me hayas encontrado, y más todavía, desde Zona Casio.
Bueno, vale… Sí un poco de todo en ese revoltijo que puede estar conformando el futuro de la humanidad.
Preocupante, ciertamente. Y mirando un poco más lejos, el panorama es abrumador, desolador.
Somos más de siete mil millones de personas y la tasa de crecimiento no da signos de estabilizarse, mucho menos reducirse. Oh! San Maltus nos avisaba…
Pero ocurre en paralelo algo curioso: sí parece que los ricos sean cada vez más ricos; mucho más ricos. Y unos pocos super-ricos; muy «super».
¿Y qué hacen los super-ricos cuando sus fortunas se auto incrementan? ¿Cuando ni siquiera tienen que ocuparse directamente de sus negocios? ¿Cuando los «consumidores» consumimos lo que toque?
Pues muy sencilo, se endiosan. Abrumados por tan repentino y absoluto poder ascienden al Olimpo y juegan, no ya con sus empleados directos, sino con la humanidad al completo. A veces de forma impersonal, deshumanizada.
San Google, San Facebook, Santa Cocacola, o San Amazon. San Bildemberg o La Onu, la OMS o Santa Bruselas.
Esos pocos se plantean qué deben hacer «ellos» para salvar a la humanidad abstracta donde todos los de abajo no somos más que números (cada vez más «números» -y más numerosos-).
¿Debemos encerrarlos (piensan) en supertorres autosostenibles de varios kilómetros de altura, donde los «números» no salgan jamás de ellas? Lo tendrían todo: comida, ocio, relaciones, cultivos hidropónicos, robots para todo; y cuando mueran, humus para los cultivos…
¿Colonizamos el espacio y mandamos a los «números» a hacer puñetas? ¿Eutanasia obligatoria a los 65 (con excepciones, claro)? ¿Coronavirus? ¿Esterilización desde el nacimiento (de nuevo con excepciones)?
No sé… no sé: «Cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas (o «números»).
Mientras tanto: «Bailad, bailad, malditos», hasta que «Cuando el futuro nos alcance».
(Perdón hoy me he levantado conspiranoico y apocalíptico. Trataré de ser más integrado -U Eco dixit-)
Esta artículo tiene ya casi 4 años Ngr. He vuelto a leerlo, y me asombra como efectivamente cada vez estamos más cerca de lo que estaba explicando. Tu frase de «Cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas» es muy cierta, y preocupante al mismo tiempo. Creo que no se trata de levantarse conspiranoico, sino que quizás ese sea el estado que nos permite ver algunas cosas. El resto del tiempo puede que estemos adormecidos: disfrutando de Facebook, Netflix y olvidando el resto. Por desgracia son hecho como el COVID-19 esos que nos hacen pensar en algo más allá, más transcendente.